miércoles, mayo 28, 2014

La decoherencia cuántica y la inexistencia de la primera cuantización (modernicemos conocimientos)

Hans Dieter Zeh, uno de los padres del concepto de decoherencia cuántica en 1970 publicó en 2003 un artículo titulado “No existe la primera cuantización (“There is no “first” quantization,” Physics Letters A http://dx.doi.org/10.1016/S0375-9601(03)00209-3) Zeh argumenta que sólo existen los campos cuánticos y que la llamada “primera” cuantización es una simple consecuencia de la decoherencia. La realidad está hecha de campos cuánticos y la cuantización correcta es lo que impropiamente se llama “segunda” cuantización.
El principio de correspondencia de Niels Bohr ha sido clave en la historia temprana de la mecánica cuántica, pero es engañoso porque hace pensar que todo sistema cuántico resulta de la cuantización de un sistema clásico. Hay conceptos cuánticos que no tienen análogo clásico y además el límite clásico de un sistema físico cuántico no se puede obtener, salvo en ejemplos triviales de libro de texto, aplicando el límite cuando la constante de Planck tiende a cero.
El concepto fundamental para entender la transición entre un sistema cuántico y un sistema clásico, entre un sistema microscópico y una macroscópico, es el concepto de decoherencia. Introducido por Hans Dieter Zeh en 1970, se popularizó entre los expertos a principios de los 1980 gracias al trabajo de Wojciech Zurek en 1981 y 1982 (“Pointer basis of quantum apparatus: Into what mixture does the wave packet collapse?,” Phys. Rev. D 24: 1516–1525, 1981; “Environment-induced superselection rules,” Phys. Rev. D 26: 1862–1880, 1982) y entre los profanos gracias a un artículo de Zurek en Physics Today en 1991 titulado “Decoherencia y la transición de lo cuántico a lo clásico” (“Decoherence and the Transition from Quantum to Classical,” Physics Today 44(10): 36-44, 1991)
La idea original de Zeh se basaba en la interpretación de Hugh Everett III de los muchos mundos, por ello tuvo pocos adeptos hasta que Zurek retomó la idea sin mencionar a Everett e introdujo el concepto de decoherencia inducida por el entorno. Para que la idea fuera aceptada por la mayoría influyó mucho el apoyo de John Wheeler, bajo cuya dirección Zurek realizó un postdoctorado entre 1979 y 1981. Hoy en día, la idea de decoherencia cuántica forma parte de la ortodoxia de la mecánica cuántica.
Los modelos de decoherencia permiten explicar la ausencia de superposiciones cuánticas en los estados macroscópicos de la materia, sin necesidad de la intervención de un observador (evitando todo tipo de paradojas asociadas a que el observador debe ser consciente del resultado de la medida). La decoherencia es resultado del entrelazamiento de todos los sistemas físicos con el entorno. En cada observación de un sistema hay tres subsistemas implicados: el objeto a medir, el aparato de medida y el entorno. Según los modelos de decoherencia el entrelazamiento estos tres subsistemas y, en concreto, la interacción entre el objeto a medir y el entorno, diluye la superposición de estados cuánticos: “el gato de Schrödinger o está vivo o está muerto, porque al ser un objeto macroscópico su interacción con el entorno es muy fuerte”.
Los trabajos de Serge Haroche y David J. Wineland, galardonados con el premio Nobel de Física 2012, sentaron las bases para la observación experimental de la decoherencia cuántica. Sin embargo, la decoherencia cuántica aún guarda muchos secretos para los físicos y todavía no podemos afirmar que se entienda en detalle la frontera que existe entre el mundo cuántico y el mundo clásico. Aún así, la mayoría de los expertos cree que el problema es la ausencia de herramientas matemáticas suficientemente poderosas y que conceptualmente el proceso está bien descrito gracias a la decoherencia.
Haroche es principalmente conocido por demostrar la decoherencia cuántica mediante la observación experimental, trabajando con colegas en la École Normale Supérieure, en París en 1996.

sábado, mayo 10, 2014

Falleció el científico Andrés Carrasco

El CONICET acaba de sacarse de encima un molesto forúnculo. Sí, eso era Andrés Carrasco: un forúnculo difícil de remover frente al que aplicaron toda clase de castigos, desde pretender iniciarle sumarios éticos hasta denegarle la promoción a investigador superior. También el poder político aplicó "correctivos", enviando una horda a impedir que disertara en La Leonesa, en el Chaco, donde debió permanecer dos horas recluido en un auto frente al asedio de una multitud enardecida motorizada por el intendente, que ya había golpeado a dos diputados que lo acompañaban.

Pero ¿quién fue Andrés Carrasco? Fue un investigador comprometido con su realidad, quien sensibilizado ante los efectos visibles de los agrotóxicos investigó el efecto devastador de dosis mínimas de glifosato sobre embriones de anfibios, un modelo generalmente considerado válido para los procesos celulares en otros organismos como el humano. No fue el primero ni el último, pero tuvo la valentía de exponer públicamente los resultados de sus investigaciones, aun antes de que salieran publicadas en una revista científica reconocida, bajo el argumento de que si se ha encontrado un resultado que demuestra que determinado producto tiene tremendos efectos sobre el desarrollo embrionario y ese producto viene siendo utilizado masivamente, no hay que esperar que la burocracia del sistema científico le dé la palmada en el hombro. Por esa actitud fue vapuleado, acusado de violar la ética.

Pero cuando meses después el trabajo fue efectivamente aceptado y publicado en la revista Chemical Research in Toxicology, en lugar de aceptarlo y reconocer que tenía razón (y desencadenar los mecanismos parlamentarios y jurídicos para prohibirlo), Barañao le antepuso la pseudo ciencia de las corporaciones, con Monsanto a la cabeza. Supuestos estudios científicos no publicados en ningún lado que "demuestran" que son sustancias totalmente inofensivas para el ser humano. Además llegó a decir que se puede beber un vaso de glifosato sin que pase nada (y que arar la tierra tiene un impacto ecológico peor que contaminar con glifosato). No contentos, además del Glifosato aprobaron el Glufosinato, producto prohibido en la mayoría de los países por su inadmisible toxicidad.

Este científico es quien acaba de morir. Otra injusticia del destino.