Ayer asistí a la obra El otro Galileo que se hizo en el salón de actos de la Facultad de Ciencias Exactas Ingeniería y Agrimensura de la Ciudad de Rosario. En lo personal no me gustó esta libre interpretación me ha hecho sentir vergüenza ajena, es en un todo incorrecta con la historia y el mensaje final me suena más a una filosofía barata. Con esto no descalifico a los actores que se lucieron en el escenario. Fui con otras espectativas, pensaba que mostrarían a ese Galileo en su lucha para convencerse que las evidencias eran las correctas en contra del conocimiento aceptado de la época, ese Galileo padre que se sintió culpable cuando su hija mayor y favorita (Virginia Gambas) se hizo monja de clausura y muere años después de disentería. Tampoco Galileo deja de investigar luego de su renunciamiento en 1633, sino que en legó para la posteridad una obra sin la cual Newton nunca hubiera o le hubiese costado mucho mas desarrollar sus principios matemáticos, esta es la ley de inercia, el concepto de sistema inercial y la caída de los graves. En la obra se lo tilda de cobarde al renunciar, cosa que no es válida si él hubiera muerto y permanecido en su postura la inquisición hubiera sido más rigurosa con sus publicaciones y los Médici no ampararían a un muerto.
Pero cambiando de tema, al final de la obra se entabló un debate que se dirigió a los clásicos debates de estudiantinas universitarias sobre capitalismo y poder, bla, bla, bla, un debate en el cual no pensaba participar, pero un alumno de la licenciatura en física, planteó algo que me dio pie a expresar mi verdad, que no es una verdad única como insistió Dobry. Lamento mi falta de entrenamiento en oratoria pública, cosa que me hizo decir mal la frase inicial "hay hechos no verdades", pero salvando ese escollo, planteé sobre lo que pasa en la investigación en la argentina, que el investigador es un trabajador, que los alumnos de la licenciatura van a los directores exitosos y esto genera monotemas en Rosario, que los físicos que no publicamos en el Physical Rev. somos tratados como físicos de segunda, etc, etc. En un alegato final plateo que en la mente de los investigadores no existe visiones de poder como en los políticos, que la mayoría investiga para buscar prestigio y con eso ser exitosos (no lo dije de esta manera) mostrar a sus pares que ellos la tienen grande. El tener muchos becarios, firmar muchos papiros, aparecer como gestor de muchos proyectos, etc, es signo de éxito y poder. Como dijese Dobry son nuestros propios compañeros exitosos los que censuran a otros en la Argentina el científico es el lobo del científico, por mas que algunos nieguen la realidad.
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