Lejos de suponer al investigador argentino como un ser apolonio racional en sus acciones y decisiones. Por el contrario, posterior a la injerencia de los gobiernos militares de Onganía (1966) y el último gobierno de facto (1976), en la Argentina el sistema de financiamiento de la investigación científica, sea tanto el CONICET como la Agencia, favorece a actitudes dionisias. Es decir ese ser llamado el científico argentino, tiene como objetivo culmine enredarse en una orgía de de papeles, subsidios, burocracia y eterna competencia. Su voluntad de poder no es: ser reconocido por haber descubierto una gran teoría o la cura del cancer, para eso están sus esclavos investigadores, sino el ocupar espacios de poder de una manera tan primitiva como un búfalo macho con su aren de hembras. Quede claro que acá no hago distinción de sexos, pues en la ciencia argentina hay más mujeres que hombres (como en toda ciencia de país subdesarrollado) sino de actitudes.
Al mejor estilo de la doble moral social entre amos y esclavos, los directores "exitosos". Ejercen su voluntad de poder sobre sus esclavos investigadores y estos aceptan gustosos ser explotados ya que tiene la esperanza de algún día ser ellos los amos, los "exitosos". Para que sean invitados a dar absurdas conferencias en elegantes congresos nacionales de ciencias, sentir el placer que se tiene cuando los alumnos de grado o posgrado le piden poder pertenecer a su grupo ya que es garantía de obtener una beca y pertenecer a esa élite de triunfadores. Y sentir el poder de dictaminar que se entiende por "nivel de excelencia". Toda una filosofía de vida basada en escalafones que daría envidia al mismísimo Nietzche. Porque no nos engañemos, en la Argentina, tanto la ciencia como Dios han muerto.
1 comentario:
Ni la ciencia ni Dios han muerto, ni siquiera en Argentina...
Ánimo Horacio... estas por descubrir algo muy importante!!! solo repasá esas anotaciones que hiciste y dejaste para mas adelante... ahora es mas adelante !
-Un abrazo... no te deseo suerte, porque tal cosa no existe, o siempre está en contra... O fortuna, como la Luna...
Cristián Antiba.
P/d: ojo cuando hables del jefe... no creo que le agrade que lo ninguneen o lo den por muerto.
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