Señores, vamos a hablar de la hipocresía. Hay muchos hipócritas en
realidad. Hay dos clases de hipócrita, está mentirosos -cómo detesto a
ese que expresa ideales que no tiene, el que finge sentimientos, el
actor, impostor- y el cínico -ese que juzga con doble vara, ese que a
los débiles los destroza y a los poderosos los perdona por el mismo
hecho-. La palabra hipócrita en griego significa actuar.
Por
ejemplo, 'las plañideras' eran hipócritas. Cuando alguien fallecía en el
Antiguo Egipto, la familia del difunto contrataba a unas mujeres para
que lloren y hagan público el dolor de la familia. Eran las Plañideras o
las lloronas. En muchos casos, la importancia del finado se medía por
la cantidad de plañideras que acudían al funeral. Si había 20 lloronas,
el muerto era importante. Si había dos, era un medio pelo. Y si no
había, el muerto era un plebeyo. Las mujeres llevaban un vaso en el que
recogían sus lágrimas. Eran los 'lacrimatorios'. Cuando terminaba el
sepelio, se encerraban con mucho cuidado dentro de la urna donde
depositaban las cenizas del difunto. Las mejores lloronas eran las que
más se retorcían del dolor, actuaban. Cuanto más hipócritas era, mejor.
Ya en el presente, a punto de entrar en la segunda década del Siglo 21,
parece que hay gente que se tomó muy a pecho el oficio del hipócrita.
En 14 días como presidente, Alberto Fernández ya usó la palabra
‘solidaridad’ en 84 veces, seis veces por días promedio. Utilizar esa
palabra para describir cómo la política le mete la mano en el bolsillo a
un jubilado que gana $18.000 por meses lisa y llanamente una acto de
hipocresía. Lo digo con mucho respeto.
Les digo más: en marzo de
2001 De la Rúa echó a José Luis Machinea y nombró como Ministro de
Economía a Ricardo López Murphy, el de la cara de bulldog. En ese
momento anunció un severo plan de ajuste con 28 medidas en un día
duramente resistidas y terminó renunciando. Duró 15 días.
Entre
las medidas de López Murphy estaban, por ejemplo, quitar 30 millones de
dólares para la SIDE, quitar pensiones por 85 millones de dólares para
las pensiones que daban los diputados discrecionalmente a quien querían
-a los punteros, obvio-, quitar 180 millones de dólares para las
tabacaleras y la eliminación de gerencias de la ANSES ahorrando 17
millones de dólares..
El ajuste total aplicado por el entonces
ministro López Murphy era el equivalente a un tercio del implementado
por el actual gobierno peronista de Alberto Fernández y Cristina
Fernández. Vamos de vuelta: López Murphy, el de derecha, el ajustador
serial, el bulldog, el bravucón, el malvado, el perverso, el infame, el
indigno, hizo un ajuste total que significó un tercio de lo que está
ajustando ahora el gobierno flamante de Alberto Fernández. 660.000
millones de pesos (2 puntos del PBI). Murphy es entonces el 33% de malo
que Guzmán. Pero esto no parece reflejarse ni en la política, ni en el
sindicalismo -que en ese momento hizo paros- ni en el periodismo -que
hizo un escándalo- ni en el FMI.
Cuando el radicalismo o el
liberalismo hace ajuste, es Jack el Destripador y Freddy Krueger,
juntos. Cuando el peronismo hace el ajuste es solidaridad económica y
reactivación productiva. Es raro. Eso se llama hipocresía. Doble moral.
Doble estándar. Doble vara. La verdad es que no es justo. O criticamos a
los dos o nos parece positivas las dos cosas.
¿Cuál es la clave
de todo esto? Que tanto el gobierno de la Alianza como el gobierno de
Macri terminaron haciendo el ajusto sobre su propio electorado. Se
pusieron de cola a su propio electorado. En este caso el peronismo,
mucho más hábil, mucho más inteligente políticamente, decidió hacer el
ajuste sobre el electorado opositor. El 40% que votó a Macri que
representa el 85% del PBI (Ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe,
Entre Ríos, Mendoza, San Luis).
Les quiero contar algo más.
Cuando Georges Clemenceau (Primer Ministro de Francia) visitó la
Argentina en 1910, en ocasión de los festejos del Centenario, dijo: “No
he conocido ningún país en donde tanta gente se considere con derecho a
vivir del Estado”. No se refería a los piqueteros o a los pensionados,
se refería a la aristocracia rural, que recibía millonarios subsidios
estatales.
Estos derechos adquiridos se fueron ampliando llegando
a otras capas de la población hasta llegar a una situación inviable con
Cristina y con Macri. 19 millones de erogaciones entre jubilaciones,
empleados estatales, planes sociales, subsidios de todo tipo y factor,
sostenidos por una población económicamente activa de apenas 12 millones
de personas. Repito: 12 millones para bancar a 19 millones.
¿Qué
es lo que consagra la Ley de Emergencia económica? Exactamente eso. El
mundo productivo sosteniendo al mundo del subsidio. ¿O miento? ¿Suena
duro? ¿Suena políticamente incorrecto? ¿Suena atrevido? ¿No hay que
decirlo en Navidad porque Papá Noel nos va a retar? Perfecto. Pero no
hay una sola mentira en lo que acabo de decir. Lo que molesta no es que
siga el saqueo, si no que lo disfracen de justicia social.