viernes, junio 11, 2010

Una buena lección.

Últimanate he sufrido un agravio no solo a mi autoestima, sino además a mis ezfuersos por modificar y mejorar el nivel de una lista de correo interna de la FCEIA la cual solo se dedica a cuestiones políticas dejando a un lado el espiritu original que era el académico. Durante un tiempo he hecho un trabajo de divulgación del estado del arte de la ciencia. Pero los genios pedántes del IFIR que usan a la universidad en su beneficio sin dar nada, pero nada a cambio han atentado en mi contra criticando mis esfuerzos. Estos pertenecen a la raza de explotadores de becarios que se suben al Olimpo y ven a sus pares como simples mortales que deben ser descalificados por no estar a su nivel, que por supuesto es ficticio pues a nivel mundial no son más que unos zoquetes. Este relato muestra una gran lección que recibió uno de ellos:

En la facultad de Medicina, el profesor se dirige a un alumno y le pregunta: “¿Cuántos riñones tenemos?”

“¡Cuatro!”, responde el alumno.

“¿Cuatro?”, replica el profesor, arrogante, de esos que sienten placer en pisotear los errores de los alumnos.


“Traiga un fardo de pasto, pues tenemos un asno en la sala”, le ordena el profesor a su auxiliar.


“¡Y para mí un cafecito!”, replicó el alumno al auxiliar del maestro.


El profesor se enojó y expulsó al alumno de la sala. El alumno era el humorista Aparício Torelly, conocido como el Barón de Itararé (1895-1971).


Al salir de la sala, todavía el alumno tuvo la audacia de corregir al furioso maestro:

“Usted me preguntó cuántos riñones ‘tenemos’.

‘Tenemos’ cuatro: dos míos y dos suyos. Porque ‘tenemos’ es una expresión usada para el plural. Que tenga un buen provecho y disfrute del pasto”.



"La vida exige mucho más comprensión que conocimiento. A veces, las personas, por tener un poco más de conocimiento o ‘creer’ que lo tienen, se sienten con derecho de subestimar a los demás..."

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