En este 2011 al borde de los 50 años, me sorprende con mis sueños infantiles frustrados. El desear ser astronauta o ser un eminente investigador se van esfumando de manera exponencial. Ni siquiera he podido ser III, y ni puedo salir de mi cargo de JTP. Veo mi existencia pasar sin haber hecho algo importante en mi existencia. Pero que es importante? En ciencia como toda actividad humana social, se busca el reconocimiento de pares, de nada sirve el acaparar conocimiento si uno es un ser ontológicamente finito. La falsa ilusión de inmortalidad produce el falso ideal de científico a lo Disney. Un mal arquetipo de investigador. Cuando la burbuja de ideales se rompe, uno se da cuenta que siempre se busca el reconocimiento de pares, así como una sensación de pertenencia.
En dicho sentido me doy cuenta que uno ha fracasado. El tratar de hacer ciencia por el placer del conocimiento fuera de los cánones del sistema puede ser gratificante para uno, pero es un fracaso para la sociedad vernácula de investigadores. Por más que uno posea mejores conocimientos sobre un tema, siempre el reconocimiento se lo lleva al que la sociedad considere de excelencia por más que sea un asno.
En esta picadora de carne que es la ciencia argentina, esto asnos avanzan gracias a sus jóvenes esclavos que anhelan ocupar su lugar, tener grandes subsidios y transformarse en explotadores con prestigio. Lo preocupante es como estos asnos avanzan y se encargan de dejar afuera a cualquier intento de innovación , como aíslan tan eficientemente al diferente es uno de los motivos por los cuales la ciencia en la argentina siempre fue y será una ciencia de segunda. Más allá que se haya aumentado el presupuesto y que cada tanto por el
canal TN Ciencia se publicite los avances argentinos, todos serán en vano si no se cambia la actitud de la comunidad vernácula.
Algunos de estos asnos con poder son los que no solo me aíslan, sino que no me dejan llegar a profesor además de difamar sobre mi persona.