El CONICET acaba de sacarse de encima un molesto forúnculo. Sí, eso era
Andrés Carrasco: un forúnculo difícil de remover frente al que aplicaron
toda clase de castigos, desde pretender iniciarle sumarios éticos hasta
denegarle la promoción a investigador superior. También el poder
político aplicó "correctivos", enviando una horda a impedir que
disertara en La Leonesa, en el Chaco, donde debió permanecer dos horas
recluido en un auto frente al asedio de una multitud enardecida
motorizada por el intendente, que ya había golpeado a dos diputados que
lo acompañaban.
Pero ¿quién fue Andrés Carrasco? Fue un investigador comprometido con su
realidad, quien sensibilizado ante los efectos visibles de los
agrotóxicos investigó el efecto devastador de dosis mínimas de glifosato
sobre embriones de anfibios, un modelo generalmente considerado válido
para los procesos celulares en otros organismos como el humano. No fue
el primero ni el último, pero tuvo la valentía de exponer públicamente
los resultados de sus investigaciones, aun antes de que salieran
publicadas en una revista científica reconocida, bajo el argumento de
que si se ha encontrado un resultado que demuestra que determinado
producto tiene tremendos efectos sobre el desarrollo embrionario y ese
producto viene siendo utilizado masivamente, no hay que esperar que la
burocracia del sistema científico le dé la palmada en el hombro. Por esa
actitud fue vapuleado, acusado de violar la ética.
Pero cuando meses después el trabajo fue efectivamente aceptado y
publicado en la revista Chemical Research in Toxicology, en lugar de
aceptarlo y reconocer que tenía razón (y desencadenar los mecanismos
parlamentarios y jurídicos para prohibirlo), Barañao le antepuso la
pseudo ciencia de las corporaciones, con Monsanto a la cabeza. Supuestos
estudios científicos no publicados en ningún lado que "demuestran" que
son sustancias totalmente inofensivas para el ser humano. Además llegó a
decir que se puede beber un vaso de glifosato sin que pase nada (y que
arar la tierra tiene un impacto ecológico peor que contaminar con
glifosato). No contentos, además del Glifosato aprobaron el Glufosinato,
producto prohibido en la mayoría de los países por su inadmisible toxicidad.
Este científico es quien acaba de morir. Otra injusticia del destino.
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