domingo, agosto 09, 2009

Los siete pecados capitales del investigador científico argentino

Cuando en el mundo aparece un verdadero genio,
puede reconocérsele por este signo;
Todos los necios se conjuran contra él.

Históricamente Los Siete Pecados Capitales son una clasificación de los vicios mencionados en las primeras enseñanzas del Cristianismo y Catolicismo para educar e instruir a los seguidores sobre la moral.
El listado de los Siete Pecados Capitales en el mismo orden usado por San Gregorio Magno (*ca. 540 en Roma – †12 de marzo de 604) en el siglo VI; y después por Dante Alighieri en su obra La Divina Comedia (c.1308-1321) son: Lujuria (Luxuria) , Gula (Gula), Avaricia (Avaritia), Pereza (Acidia), Ira (Ira), Envidia (Invidia), Soberbia (Superbia). Ahora bien que tendrá que ver esto con el profesional de la ciencia? La respuesta es trivial, en él también lo malo forma parte del éxito admitido por toda la comunidad, hasta a veces admirado e envidiado por los aspirantes a ocupar sus lugares. En estos párrafos hago una adaptación a los actores de esta sociedad científica argentina e intuye una razón por la cual la ciencia argentina está como está.

  1. Pereza: Un investigador exitoso será aquel que use de esclavo a sus becarios, cuanto más escale en la escala de valores del CONICET, tanto más perezoso será para investigar. Para eso están los becarios y de ellos se debe apropiar su éxito figurando como último lugar en la lista de autores para indicar a la comunidad que lo califique que él es el Director. Él ya no investiga, tan solo se dedica a conseguir subsidios a dar conferencias de temas que no le son propios y a comentar al mundo que exitoso que es.
  2. Ira: Todo investigador que se preste de exitoso siente ira ante cualquier otro investigador fuera del sistema de ciencia y técnica, estorbará como pueda en su trabajo al que considere de inferior nivel, descalificando los informes que este intente presentar para pedir subsidio o intente competir con él fuera del sistema. Todo aquello está fuera del sistema es burdo y chabacano, en cambio estar dentro del sistema indica excelencia científica.
  3. Envidia: Todo investigador que se preste siente envidia de otros investigadores que estén en un escalafón superior, envidia de sus pares, si ellos tiene más becarios que él, la envidia es un sentimiento que permite la perfección del sistema e impulsa a tomar como ejemplo a los que están en la categoría de investigador superior.
  4. Soberbia: Un investigador formado y compenetrado con el sistema de ciencia y técnica tiene un alto grado de soberbia que muestra a sus becarios y a sus pares pero que actúa con humildad ante sus superiores para así tejer una alianza con ellos. Esta soberbia no es la del genio, sino la del mediocre, pero como la mayoría son mediocres forma parte de la subcultura de esa sociedad. Con la soberbia se disciplina por el miedo para sus becarios y la admiración para los que no lo son, pero a lo mejor, pronto serán. Se muestra más de lo que se puede ofrecer y se promete lo que no se pueda cumplir, total siempre habrá becarios, pero investigadores de excelencia, pocos.
  5. Gula: Un investigador apreciado por el resto es aquel que sufre de gula, pero no por la comida, sino por conseguir más subsidios, mas esclavos investigadores. Su apetito es insaciable, nunca se conforma, va por más, teje amistades por interés y busca en ellas el provecho profesional mas que cualquier otra cosa en el mundo. Después de todo ser amigo de un premio novel es algo admirable y más admirable es trabajar en un tema que a este le atañe aunque el que trabaja es el becario, y el investigador se lleva los laureles.
  6. Avaricia: La avaricia tiene un sentido lógico en una sociedad científica donde lo que falta es fondo y política científica seria. En una sociedad científica donde los investigadores crecieron en la miseria, compartir algo es perder la oportunidad de avanzar. Por eso solo se comparte conocimiento con aquel que de algo a cambio, y no mucho no vaya a ser que el otro robe nuestra inspiración y consiga más subsidios.
  7. Lujuria: Este sentimiento en la sociedad de excelencia de investigadores lleva a su deshumanización. Ya no se ve a los otros como seres humanos de carne y hueso sino en objetos de uso para su propias ambiciones. Se genera un enamoramiento obsesivo de sus metas por más que no este convencido en ella, se explota a todo becario que sea necesario explotar, todo en post de una ciencia competitiva y de nivel mundial.

1 comentario:

Coti dijo...

Usted la rompe profesor! No se queda callado y pone en su lugar a esa manga de descerebrados que hicieron callar a Galileo y Einstein. Usted les da la teoria de la particula de Dios, esa que estan buscando con el aparato nuevo y esos tipos que usted denuncia no saben lo que es el teorema de Pitagoras. Lo felicito, Coti