viernes, junio 13, 2008

La Zanjita, una lamentable historia argentina.

Vengo a solicitar permiso para abrir una zanjita desde el arroyo hasta mi rancho -dijo el hombre de alpargatas.
-Pero, che -dijo el hombre de zapatos lustrados-, eso es muy mezquino de su parte. Usted no piensa en los demás?
Y mirando hacia el retrato del Héroe Nacional que tenía en la pared de despacho oficial, el hombre de zapatos lustrados anunció con voz vibrante:
Haremos una obra para que todos los ranchos de esta zona tengan agua del arroyo. Construiremos una represa!
Naturalmente, el permiso que solicitara el hombre de alpargatas no fue dado y la zanja no se abrió. Tampoco se construyó la represa.

Este corto relato anónimo refleja como en una sociedad dos actores con buenas intenciones llegan a frustrar cualquier intento de mejorar la calidad de vida. Por un lado está el "hombre de alpargatas" -que de ahora en más llamaré "el campesino"- que, por los pocos datos que se tiene, uno podría pensar que se tratase de una persona carenciada pero puede ser un acomodado campesino propietario de una 4x4 último modelo. Entonces para elaborar mi hipótesis de trabajo asumiré esta última idea. Por otro lado el "hombre de zapatos lustrosos" puede ser un funcionario ó un ingeniero encargado de la obra ó que personaje de situación acomodada con el poder de turno -que llamaré "el funcionario"-.
El campesino se presenta en el despacho del funcionario para comunicar sus intenciones de hacer una zanjita para desviar el agua del río hacia su campo. Este proyecto deberá pasar por tierras fiscales propiedad de la municipalidad, él supone que las tierras son inservibles, como todo hombre de campo curtido en la labor manual, cree correcto apropiarse de una porción de esta en beneficio propio. Total si nadie las usa. El funcionario al ver semejante actitud no puede, en su formación racional, entender como esta persona piense solo en su beneficio sin pensar que esas tierras será usadas para construir una represa para alimentar de electricidad y agua potable a su carenciado pueblo. Indignado pero temeroso de ver a los ojos a ese rudo y bruto campesino, mira al cuadro del héroe nacional y le dice con voz firme "Pero, che eso es muy mezquino de su parte. Usted no piensa en los demás?" Para luego comunicarle la intencion de hacer una presa y que no le concederá tal permiso.
Ante semejante respuesta por parte del funcionario, el campesino sale indignado del despacho, él esta elucubrando en su mezquina perspectiva que "esa es una obra faraónica sin sentido" en cambio la suya va a permitir mejorar los rindes de su cosecha y emplear mayor cantidad de mano de obra en beneficio del país. Por otro lado, considera que los dineros retenido por el estado por medio de los impuestos están mal empleados.
Al día siguiente organiza una reunión con todos los hacendados, que lejos de ver el beneficio de la presa, comparten su opinión y toman como medida cortar en protesta las rutas que comunican al pueblo.
Lamentablemente el ser nacional es más fuerte que cualquier intento de mediación por lo que la desafortunada respuesta del funcionario y sus superiores fue tildar de "mafiosos 4x4" a los acomodados latifundistas. Esto llevó a interminables idas y vueltas donde los habitantes del pueblo eran rehenes involuntarios de tan opuestos intereses.
Como final esperado no se construyó la zanjita pero tampoco se construyó la represa que mantuvo sumido al pueblo en el atraso.

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