En
los últimos días está en boga la difusión de noticias relacionadas con
femicidios o con diversos hechos de violencia contra las mujeres.
El problema de esta iniciativa, es que, al igual de muchas otras, se generan y difunden desde lo sentimental y no desde lo racional, desde el corazón y no desde la cabeza. Y esto, se vuelve en contra de los loables objetivos de la campaña, generando paradójicamente más discriminación.
Cuando
se piensa o legisla discriminando por sexo, se está confirmando que se
considera distinto en capacidad a un hombre de una mujer, el hecho de
justificar este tratamiento diferencial con el argumento de que debemos
colocar a la mujer en un estado de igualdad con el hombre, es una
confesión implícita de un asumido preconcepto de inferioridad por parte
del propio defensor.
Las
leyes y las reglas de la sociedad deben ser iguales para todos, sin
importar género, raza, religión o color político. La igualdad de
derecho implica ver al otro como un ser humano, así de simple y así de
completo.
Si
queremos terminar con las discriminaciones absurdas (como la de
género), debemos tratar a todos por igual, para bien o para mal. No
pueden haber algunos con privilegios mientras que otros soportan todas
las cargas solo por no estar acomodado ó por el motivo que fuese.
La
discriminación debe ser entre el culpable y la víctima, entre el que
actúa bien y el que actúa mal, entre el que respeta al otro y el que no,
este es el camino de la vida en armonía.
Fuente: Tribuna de Periodistas
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