domingo, junio 24, 2007

Serendipias, o cuando el universo atenta cotra nos.


Cada uno de nosotros ha experimentado alguna vez alguna coincidencia. En la teoría de las probabilidades en matemática se las justifican como acontecimientos debidos meramente a la casualidad, pero hay quienes les atribuyen unas razones más profundas. Una de las serendipias más famosas es la que le ocurrió a Humberto I de Italia.

En la noche del 28 de Julio de 1900, el rey Humberto I de Italia cenaba con su ayudante en un restaurante de la localidad de Monza, donde debía presenciar un concurso de atletismo al día siguiente. Con gran sorpresa observó que el propietario del establecimiento era idéntico a él. Por curiosidad, entabló conversación con él, y fue descubriendo que existían entre ellos otras semejanzas. El dueño también se llamaba Humberto; al igual que el rey, había nacido en Turín, y en el mismo día; y se había casado con una chica llamada Margherita el mismo día en que el rey se casó con su esposa, la reina Margherita. Y había inaugurado el restaurante el día en que Humberto I fue coronado rey de Italia. El rey quedó fascinado e invitó a su doble a que asistiera al concurso de atletismo con él. Pero al día siguiente, ya en el estadio, el ayudante del rey le informó que el dueño del restaurante había muerto aquella mañana después de que le hubieran disparado misteriosamente. Y mientras el rey expresaba su pesar, un anarquista que surgió de entre la multitud disparó contra él y le mató.

Otra es esta digna de una película de Holliwood: Un industrial argentino tiene que viajar desde Buenos Aires a San Carlos de Bariloche. Tiene un sueño donde ve que el avión en el que viaja se estrella. Se lo comunica a su mujer y a su socio, y les dice que no quiere viajar en avión. Ambos le trasmiten la misma impresión de incredulidad, pero le dejan a su elección el modo de desplazarse. Decide irse en coche. Cuando está a medio camino escucha por la radio que su avión se ha estrellado. Respira aliviado por su acertada elección, pero el destino no parece compartir su alegría, y fallece en un accidente de tráfico a 12 kilómetros de San Carlos de Bariloche.

Etimológicamente la palabra deriva del anglosajón serendipity, neologismo acuñado por Horace Walpole en 1754 a partir de un cuento persa del siglo XVIII llamado «Los tres príncipes de Serendip», en el que los protagonistas, unos príncipes de la isla Serendip (que era el nombre árabe de la isla de Ceilán, la actual Sri Lanka), solucionaban sus problemas a través de increíbles casualidades. La palabra serendipia se usó mucho en sus orígenes, pero fue cayendo en desuso. Ha sido rescatada recientemente gracias al renovado interés en este tipo de asuntos y a otros motivos culturales (hay una película reciente con este nombre). El término chiripa, mucho más utilizado en lenguaje coloquial, podría considerarse también como un sinónimo de serendipia. También se habla a veces de las seudoserendipias, en las cuales el investigador, tras haber investigado mucho sobre algo sin obtener resultados, consigue finalmente su objetivo, pero a causa de un accidente fortuito o una revelación.

No es, pues, sorprendente que la «teoría de la coincidencia» o Sincronicidad, haya entusiasmado a científicos, filósofos y matemáticos durante más de 2.000 años. Hay un tema que aparece en todas sus teorías y especulaciones: ¿qué son las coincidencias? ¿Contiene un fenómeno físico escondido nosotros no sabemos interpretar?. Sólo en nuestro siglo se han sugerido algunas respuestas verosímiles, pero son respuestas que chocan con las propias raíces de la ciencia. Ello hace que nos preguntemos: ¿existen fenómenos en el Universo de los que no tenemos todavía un conocimiento preciso y que las teorías cosmológicas son ciegas de ver?.

1 comentario:

Pablo Ignacio dijo...

Un tema sencillamente fascinante Horacio. Sigue adelante recopilando estos buenos contenidos.
Saludos!