Es mejor decir la verdad
y que luego Dios te ayude
que vivir en la comodidad
de la mentira.
Jorge Mecónio es un personaje creado por Peter Capusoto, y personifica al típico patán argentino, un perfil sin culpa donde sabe disfrazar con argumentos convincentes una actitud que se puede sintetizar en las frases: "los códigos de la amistad son para sufrir, siempre es mejor disfrutar de las ventajas de traicionar"; "el que sufre no sos vos"; "pero que orgullo ser un hijo de puta, disfruto mucho de ser hijo de puta, no sufro nada siendo un hijo de puta"; "si existe Dios, parece, parece, que no me vio, parece, parece". Este tipo de personaje está acorde con el dilema del prisionero, un problema clásico de la teoría de juegos donde la estrategia ganadora es la traición para un jugador sin moral ni sentimiento de culpa.
Este tipo de perfil de conducta se proyecta en los evaluadores de RRHH en los institutos científicos argentinos, lugares donde debería prevalecer la racionalidad es un faltante en dichas comisiones. Donde la traición, la falta de empatía por el que se califica, y el orgullo de ser un HdP por dejar afuera con argumentos maliciosos a colegas en beneficio de "amigos" se torna una tradición de conducta. Lamentablemente estos venenosos personajes terminan destruyendo la calidad de personas que conviven y a veces terminan siendo desplazados por sus mismos amorales colegas jóvenes. Para evitar este destino se perduran en el poder por largos períodos con su propia policía del pensamiento único la cual traba cualquier mejora en la posición de las nuevas generaciones, hasta que, por un echo propio de las leyes humanas se deban jubilar. Durante el proceso previo al año de su jubilación su poder se debilita y sus amorales aliados pasan a ser sus amorales enemigos. Luego de un lapso de lucha por el poder surge un nuevo ganador sobre los restos de sus traicionados. Como dijese Jean-Jacques Rousseau: si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos sin destruir la tiranía. Y como consecuencia se muda de tirano pero no de tiranía, salvo claro está que en la ambición del nuevo tirano la tiranía se destruya por las ambiciones del tirano. Lo cual deja un tendal de desocupados.
Situaciones como esta se pueden ver la Cience Sin-City, sita en los bajos de 27 de Febrero de la ciudad de Rosario, donde ante la jubilación de la vieja guardia, asciende una nueva generación de líderes con la mayor similitud a Jorge Meconio, traicionan, traban avance, siembran rumores y desprestigio a las jóvenes generaciones y a pares que puedan opacar su ambición de poder. Los mas lamentable es que no sienten la menos culpa de sus actos, pues al igual que Jorge Meconio, son faltos de la mínima moral y empatía por el otro. Pero como se dice "la culpa no es del chancho sino el que le a de comer", sus colegas en lugar de poner en evidencia su actitud lo apoyan. Pues como ocurre en el Peronismo, no importa que el ganador sea un delincuente todos se deben alinear con el ganador. Como se ve esto es una enfermedad social que en la Argentina no tiene cura.
Este tipo de perfil de conducta se proyecta en los evaluadores de RRHH en los institutos científicos argentinos, lugares donde debería prevalecer la racionalidad es un faltante en dichas comisiones. Donde la traición, la falta de empatía por el que se califica, y el orgullo de ser un HdP por dejar afuera con argumentos maliciosos a colegas en beneficio de "amigos" se torna una tradición de conducta. Lamentablemente estos venenosos personajes terminan destruyendo la calidad de personas que conviven y a veces terminan siendo desplazados por sus mismos amorales colegas jóvenes. Para evitar este destino se perduran en el poder por largos períodos con su propia policía del pensamiento único la cual traba cualquier mejora en la posición de las nuevas generaciones, hasta que, por un echo propio de las leyes humanas se deban jubilar. Durante el proceso previo al año de su jubilación su poder se debilita y sus amorales aliados pasan a ser sus amorales enemigos. Luego de un lapso de lucha por el poder surge un nuevo ganador sobre los restos de sus traicionados. Como dijese Jean-Jacques Rousseau: si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas, y después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos sin destruir la tiranía. Y como consecuencia se muda de tirano pero no de tiranía, salvo claro está que en la ambición del nuevo tirano la tiranía se destruya por las ambiciones del tirano. Lo cual deja un tendal de desocupados.
Situaciones como esta se pueden ver la Cience Sin-City, sita en los bajos de 27 de Febrero de la ciudad de Rosario, donde ante la jubilación de la vieja guardia, asciende una nueva generación de líderes con la mayor similitud a Jorge Meconio, traicionan, traban avance, siembran rumores y desprestigio a las jóvenes generaciones y a pares que puedan opacar su ambición de poder. Los mas lamentable es que no sienten la menos culpa de sus actos, pues al igual que Jorge Meconio, son faltos de la mínima moral y empatía por el otro. Pero como se dice "la culpa no es del chancho sino el que le a de comer", sus colegas en lugar de poner en evidencia su actitud lo apoyan. Pues como ocurre en el Peronismo, no importa que el ganador sea un delincuente todos se deben alinear con el ganador. Como se ve esto es una enfermedad social que en la Argentina no tiene cura.
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