domingo, octubre 07, 2007

Lilith una visión maniquea de la mujer.


En la arcaica mitología sumeria, Lilith es el espíritu del viento, representada por una bellísima doncella alada, cuya función era conducir a los hombres al templo de Ishtar para celebrar ritos sexuales con las sacerdotisas vírgenes con el fin de obtener una transformación espiritual y la regeneración del cuerpo físico prolongando la vida. De esta forma también se hacía al hombre partícipe activo de los misterios de la feminidad que normalmente hubieran estado velados para su sexo.
Cuando se instauró el patriarcado las divinidades que representaban los derechos o el poder de las mujeres fueron abolidas y cayeron en el olvido o por el contrario pasaron a ser presentadas como animales monstruosos que debían ser derrotados o aniquilados. Lilith es pues el concepto de la mujer emancipada, en el patriarcado sinónimo de mujer de sexualidad libre, por lo tanto no distribuida por los hombres y exenta de entregar los hijos a estos, la antítesis de la madre pasiva y sacrificada entregada a la maternidad de la que hace apología el sistema patriarcal.
Luego del falso resurgimiento del feminismo en la Argentina que llevó en la aparición del hombre neo-marica o mejor conocido como metro-sexual, como un acto de imitación social. En la pendular contracultura argentina, aparecen hombres que consideran a las mujeres como demonios. Algunos casos justificados por un abandono mal resuelto, otros excesivos hasta poder leer frases como esta en los foros masculinos:

La diferencia entre el hombre y la mujer
es que el hombre a veces hace cosas que las lastiman
y las mujeres hacen cosas para lastimarlos.


Donde el prejuicio y el mito patrialcal de Lilith resurge como un acto de contra cultura sin límites. Hasta el punto de poder leer casos en el cual se considera a la mujer citadina como el chivo espiatorio de sus males y equivocaciones con el sexo opuesto.
Pero hay un hecho real que está ocurriendo en esta pendular sociedad argentina, se incrementa en de forma descontrolada en los grande centros urbanos la mujer libre y fuerte cuya compañía es deseada tanto por los metro-sexuales, como por los neo-varones. Ese tipo de mujer inmadura que rechaza la maternidad, la mujer diablo. Cuando los neos salen de su influencia, paradógicamente, en lugar de aprender de la mala experiencia y poder saber en donde no buscar pareja, involucionan en seres obstinados donde ahora consideran a la mujer como un eje de sus males. Pasan al ostracismo con sus pares en luchas solitarias, hasta el límite del fanatismo de etiquetar con pelutudos a otros hombres que no piensan como ellos. Esto en lugar de detener el fenómeno de la mujer diablo, lo incrementa y lo vuelve atractivo para mucha mujeres.

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